Lo siento mamá pero yo me voy al lado Oscuro
Pero no te preocupes, voy bien acompañada
Hace tiempo (hace como dos años o así) publiqué en
el blog una entrada con el mismo título, y hace unos días dando un paseo por el
blog, viendo las entradas que había publicado hace tiempo, la he visto, y se me
ha ocurrido hacer de nuevo algo parecido. Y es que me parecía muy divertido. Y
como sabéis, esto está escrito con mucho sarcasmo, así que no os lo toméis
enserio, porque yo adoro a todos los autores y a sus libros.
¿A cuántas de
vosotras cuando vais a salir tarde os dicen vuestras madres…
«Ten cuidado, no vuelvas tarde, no vayas por calles sola…»
Y
un largo etcétera? Esas frases están en sus bocas hasta la saciedad. Y es que
aunque crezcas, ellas te lo seguirán
diciendo.
Pero
muchas de nosotras que no dejamos de leer historias sabemos que quizás eso no
siempre pasa. Y es que por la noche comienzan a salir los chicos por los que
babeamos. Y si nos escondemos de ellos ¿Cuándo los vamos a encontrar?
¿Quién no ha
soñado alguna vez con encontrarse alguna vez con un Jace, o un Travis, o un
Peeta, o un Caleb, o un Dimitri…? Creo que la amplia mayoría de
vosotras no habéis levantado la mano en ninguna ocasión.
Pero…
¿quiénes son los causantes de que
jóvenes ingenuas como nosotras nos adentremos a los más oscuros callejones para
buscar a ese chico que nos tiene que conquistar, con el cual seremos felices
para siempre?
Yo
os lo diré, y es que esta situación es muy grave y peligrosa. Los culpables de
todo esto son… LOS AUTORES!!!
Sí,
si, como leéis. Los autores son los responsables de que nos pase todo esto. De
que nos hagamos ilusiones de que en un callejón oscuro siempre nos encontraremos
a nuestro chico misterioso que tendrá pinta de bombón, que se comporte como un
criminal, pero en el fondo es el más dulce de los chicos, el que te prometerá
cielo y tierra, y te será fiel para el resto de tu vida.
Muchas
chicas en los libros, no le hacen caso a esas grandes sabias que son nuestras
madres, y tienen la desgracia de encontrarse con semejantes modelos. Y es que…
si ellas lo hacen, ¿por qué nosotras no vamos a tener esa suerte?
¿Dónde
vamos a encontrar a esos chicos? ¿En el fondo de la clase detrás de un puñado
de libros? ¿En una discoteca bailando con cuatro copas de más? ¿Con su pandilla
de amigos que cada vez que pasa una chica les chiflan como si fueran albañiles?
Noooo… Los encontramos en callejones oscuros.
¿Qué
no me creéis? Bueno, como yo soy de las que si culpan a alguien lo hacen con
pruebas, aquí os las voy a mostrar, porque he encontrado cientos de casos.
« Mientras
forcejeaba, alguien salió de detrás de la columna y apareció ante su vista: un
muchacho, tan joven como Isabelle e igual de atractivo. Los ojos leonados le
brillaban como pedacitos de ámbar […] El muchacho de los ojos leonados alzó las
manos, y las mangas oscuras resbalaron hacia abajo, mostrando las runas
dibujabas con tintas que le cubrían las muñecas, el dorso y las palmas de las
manos»
¿Quién
ha sido la ingenua muchacha en esta historia? Pues Clary. Clary se encontró a
Jace, el amor de su vida en Pandemonium, un club nocturno, que lo más seguro la
madre de Clary jamás le hubiese dejado ir. ¿Quién
es la culpable? Pues Cassandra Clare.
«Él era más mayor
que nosotras, quizás unos veinti-pocos, y tan alto como me había figurado,
probablemente de unos dos metros. En otras circunstancias, -digamos cuando no
estuviera obstruyendo nuestra desesperada huida, -había pensado que él era
atractivo. Pelo marrón a la altura de los hombros, sujetado en una corta cola
de caballo. Ojos marrón oscuro. Un abrigo largo y marrón.»
¿Quién
ha sido la ingenua? Rose. Rose estaba huyendo por una calle oscura, desierta
junto con Lissa de las personas que las querían atrapar, ya que se habían
escapado del instituto. Su madre en el momento en que se enteró casi le da una
taquicardia. ¿Y quién es la culpable?
Richelle Mead
«Por todos los
santos, aquel desconocido era colosal. Si su apartamento era pequeño, con su
presencia pareció reducirlo al tamaño de una caja de zapatos. Debía medir por
lo menos dos metros […]. Llevaba puesta una cazadora a pesar del calor, y sus
largas piernas también estaban cubiertas de cuero. Usaba pesadas botas con
puntera de acero, y se movía como un depredador. Tenía la mandíbula prominente
y fuerte, labios gruesos, pómulos marcados. El cabello lacio y negro, le caía
hasta los hombros desde un mechón en forma de uve en la frente, y en su rostro
se apreciaba la sombra de una incipiente barba oscura. Las gafas de sol negras
que usaba curvadas en los extremos, se ajustaban perfectamente a su rostro y le
conferían un aspecto de asesino a sueldo […]. Fumaba un cigarro fino y rojizo,
al que dio una larga calada haciendo brillar el extremo con un resplandor
anaranjado».
¿Quién
ha sido la ingenua? Beth. Beth estaba tranquilamente durmiendo en su cuarto
cuando de pronto se encontró a Wrath entrando a su cuarto. Ella no comprobaba
las puertas y ventanas como le decía su madre; y para colmo cuando se lo
encuentra, deja que se le caiga la baba por él en vez de coger y llamar a la
policía. ¿Quién es la culpable de este
gran crimen, que podía haber matado a Beth por su imprudencia y por no hacerle
caso a su madre? Pues JR. Ward.
«Un par de
pesadas botas negras se pararon frente a mí, desviando mi atención hacia el
suelo. Mis ojos viajaron hacia arriba; pantalones manchados de sangre, un par
de cincelados abdominales, un desnudo y tatuado pecho empapado de sudor y, finalmente,
un par de ojos cálidos color marrón»
¿Quién
ha sido la ingenua? Abby. Abby hacía ido a una pelea ilegal, y allí se había
encontrado por primera vez con Travis. A ver, no voy a decir mucho, pero yo
jamás tendría la valentía de decirle a mi madre “Mamá, me voy, que me voy a una
pelea clandestina por la noche en la universidad” Porque yo creo que la cara
desencajada que se le queda, tiene que ser digno de postal de navidad. Es que
ese es error, tras error. ¿Quién es la
culpable? Pues Jamie McGuire.
Y
estos son unos pocos de los cientos casos documentados que conozco. Así que
este tema es serio.
No
me extraña que nos vayamos a buscarlos a esos lugares, y es que con semejantes
monumentos, todo el riesgo que corramos es poco por tan solo conocerlos. Y es que una vez que los conocemos yo me
pegaría a alguno de ellos como una lapa, a mí no me despegan de tal espécimen.
Ni loca. Ni con disolvente.
Olvídate
mamá, que tu hija ha encontrado con quien tener hijos para decirles todas esas
frases que me decías.
Así
que después de todo lo que os he contado, tengo que daros una conclusión de todo esto. Y esto es:
Mamá, te quiero, y sé
que todo lo que haces es para cuidarme, pero si no encuentro a ese chico
especial en la luz, me voy a la oscuridad de las calles a por él, pero no te
preocupes, que llevo la chaqueta por si hace frío, y en el bolso llevo una KL
403, que nunca está de más. Ah, y mamá, nos vemos para almorzar.