Como parte de este año lleno de cambios que me gustaría hacer en mis lecturas (momento spam: si queréis saber más pasaos por la entrada en la que hago al respecto –Cambios de lecturas por el 2020-), he decidido comenzar la aventura de ir a la biblioteca.
Sí, tengo que confesarlo, técnicamente nunca, en mi vida he pisado una biblioteca. Y creo que es algo que avergonzarse para alguien que lee tanto como yo. Te puede gustar más o menos, pero creo que alguna vez en la vida hay que ir.
Digo que técnicamente nunca he pisado una biblioteca porque sí que he ido a una, fue acompañando a una amiga. Ella tenía que hacer un trabajo de documentación para una clase de la universidad y no quería ir sola, así que buena de mí la acompañé, principalmente era estar en las zonas dedicadas para el estudio. Por eso digo que técnicamente sí la he pisado, sí he estado en una pero el 90% del tiempo estuve en estas zonas.
No había tenido interés en las bibliotecas, porque aunque sé que en muchas sí tienen libros de los que suelo leer, veía que las que hay en mi ciudad no iba a encontrar esa clase de libros. Todos los amigos que las habían visitado me decían que solo habían visto libros de documentación, nunca se habían encontrado un libro de Jennifer L. Armentrout, Sarah J. Maas, Morgan Rhodes… Pero hace un par de meses encontré una página que contenía el catálogo de los libros de todas las bibliotecas de la zona, y ahí ponía que había libros, no sé en qué lugares estarían escondidos –ya os digo, ninguno de mis amigos los ha visto- pero había. No hay novedades, pero bueno, algo es algo.
Así que me dije… ¿y si voy a buscar esos libros? No sé… una nueva experiencia, leer libros de la biblioteca.
Y el primer paso de esta aventura comienza con… hacerse el carné de biblioteca. Que como fue toda una experiencia he querido contáosla para que nos divirtamos un poco con las cosas que me ocurren.
Estoy viviendo en Granada, así que me podía hacer el carné de bibliotecas de Andalucía, lo que me permite que si me voy a otra ciudad, mientras que esté dentro de Andalucía puedo seguir teniendo acceso a una Biblioteca.
Podía hacer el trámite por internet, pero también se podía solicitar en una biblioteca. ¿Sería más sencillo hacerlo por internet? Si ¿si lo hacía por internet, iba a tener que caminar durante 30 minutos hasta la biblioteca más cercana? No. ¿Podía hacerlo a cualquier hora por internet? Si. Así que… ¿qué opción creéis que elegí? Por supuesto, ir a hacerlo a la biblioteca. Principalmente elegí esa opción por una idea en mente bastante malvada, que la persona que me atendiera me explicaba cómo funcionaba todo y no lo tuviera que descubrir yo misma y que pareciera pollo sin cabeza. Así que elegí el día de la semana y el horario que sabía que menos gente habría para no molestar mucho a esa persona y me lo pudiese explicar todo sin que tuviera que desatender a otras personas.
Bueno, llegué, me planté delante de la biblioteca y… empezó la aventura. ¿Por dónde se entra? Real, había 3 puertas a diferentes alturas y en ninguna estaba señalizado donde podía encontrar un área de información. Me estuve asomando por cada una de ellas y no vi nada que me indicara que esa era la correcta (menos mal que no había un guardia de seguridad porque parecía demasiado sospechosa). Después de casi 10 minutos debatiéndome por donde debía entrar hice lo que muchas veces me mete en un lío y me pierdo en calles en las que siento que me van a matar en un callejón. Me encontré a una señora entrando por una puerta y llevaba libros de la biblioteca en la mano, así que me dispuse a seguirla. En mi cabeza eso funcionaba así: esa señora viene de la calle, es decir, ha sacado libros e irá ahora a devolverlos. Así que irá a un punto de información. Yo me puse a seguir a esa total desconocida por pasillos que no tenía ni la más remota idea de dónde demonios iba a terminar, y lo que más me inquietaba, yo tenía que orientarme lo suficiente como para luego poder salir de allí. Después de girar no se cuentas veces llegamos a un punto de información, pregunté y… No, no era allí, pero el correcto estaba solo a un par de metros más lejos, girando a la derecha otra vez.
Llegué a la mesa y la mujer que me atendió súper simpática. Tuve que rellenar un documento con mis datos personales, le di el DNI para que colaboraran los datos que ponía y que aunque no era de la ciudad de Granada era andaluza. Todo sin problema. Se lo entregué y me dijo que meterme en el sistema y hacerme el carné le llevaría entre 10-15 minutos, que para no hacerme esperar allí pues que fuese en 1 hora simplemente a recogerlo y que me explicara todo. Cuando ella misma fue la que me dijo que me lo iba a explicar mis ojos se iluminaron de la emoción.
1 hora después volví a la biblioteca, que no sé cómo conseguí volver a encontrar el puesto de información con ese jaleo de pasillos. Y… ¡no estaba la señora que me había atendido! Había otra diferente. Le dije que venía a recoger el carné que había solicitado y me dijo… “No lo tengo hecho, pero voy a hacerlo ahora”. ¿Enserio? Solo esperaba que no me dijera que volviera en una hora, porque era ya de noche y hacía frío. Afortunadamente no lo dijo, hizo el trámite conmigo allí. Me volvió a pedir el DNI para comprobar mis datos, se puso a buscar en Google donde estaba mi pueblo porque no me creía que fuese andaluza, que estaba por enseñarle mi tarjeta sanitaria que tiene una bandita de Andalucía. Después de todo se dispuso a imprimir mi tarjeta. Sinceramente pensaba que iba a ser una tarjeta rígida y resulta que es de papel grueso, un poco como los billetes de un uso de los metros. Le da la señora a imprimir y… la impresora se tragó el papel de las tarjetas, se le hizo un lío en los rodillos, empezó a hacer un sonido horrible que parecía que iba a explotar. Tuvo que apagarla, le abrió el compartimento y estuvo ahí maniobrando para sacar el papel. Después de no sé cuánto consiguió finalmente quitarlo. Puso otro papel y volvió a darle a imprimir. Esta vez no se atascó el papel, y la señora me dio mi tarjeta con una cara de “soy la puta ama” hasta que le digo, “perdona, pero has escrito mal mi nombre”. Su cara cambió radicalmente. Y le dije que no había añadido una letra, y me dijo literalmente “bueno, tampoco pasa nada”. ¿Perdona? Sí pasa, he pasado por muchos problemas porque la gente escribe mal mi nombre y no acepto ni una falta de ortografía. Además, ella se llamaba Marta, ¿qué tal le hubiese sentado si me hubiese olvidado de escribir la “r” en su nombre? Seguro que no muy bien.
¿Enserio lo puso mal otra vez? No voy a salir de aquí en la vida |
La cara de cabreo de la señora era monumental. ¿Pero qué culpa tengo yo si no sabes copiar bien? Te he rellenado el papel y lo he escrito bien, te he dado el DNI para comprobar los datos e incluso podrías haberlos copiado. ¿Por qué los escribes mal?
Así que lo tuvo que repetir. Y al fin me lo imprimió bien.
Después de eso esperaba que me explicara cómo funcionaba, como me había dicho la primera señora. Esta me dio un folleto y me dijo literalmente “aquí tienes toda la información”, y le pregunté lo más dulce que pude, que si no me iba a explicar ella como era todo el procedimiento y literalmente me dijo que ya había perdido demasiado tiempo conmigo y se marchó. El folleto explica como entrar a mi perfil de usuario de la biblioteca y ya.
Hasta aquí mi gran aventura de cómo me hice el carné de la biblioteca y como conseguí que la señora de información me odiara. Como un trámite que se hubiese tardado 30 minutos yo tardé casi 3 horas en hacerlo.
Y lo que más nerviosa me pone, todavía me queda enfrentarme a ir a una biblioteca, buscar libros y conseguir reservarlos, todo ello sin morir en el intento.
Espero que os hayáis echado unas risas con mi historia. Yo ahora me río bastante pero en el momento pensaba que era surrealista todo aquello.
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